Hoy sabemos que nada será lo mismo posterior a la pandemia y todos sus efectos en distintas áreas de la vida de los seres humanos. Para las empresas no es diferente, ya que actualmente, hay grandes desafíos para éstas, dentro de ellos podemos señalar por ejemplo; los cambios en la forma del trabajo post pandemia, la adaptabilidad necesaria a los nuevos retos digitales, la salud de sus trabajadores, la sustentabilidad y respeto con el medio ambiente, entre muchos otros. En relación a esto, nos enfocaremos a las exigencias y preocupación actual que tienen las compañías por ser consideradas saludables. Solo si se mira desde la atracción del talento, las nuevas generaciones desean trabajar en un lugar que permita su desarrollo y cuide su salud. Frente a eso se buscaron datos que permitieran contextualizar la realidad chilena, ya que los niveles de deterioro de la salud mental de las personas, está arrojando datos cada vez más preocupantes, para explicarlo nos referiremos literal a lo que dice la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, publicaron la tercera edición del “Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC”. Quienes señalan que “Este es un estudio longitudinal, con una muestra aleatoria de 1.400 individuos, representativa de la población nacional urbana entre los 21 y los 68 años. Su objetivo es evaluar los efectos en el tiempo de la pandemia en la salud mental de los chilenos. Además, busca ser un aporte para el diseño de políticas públicas en esta materia. Respecto a los resultados que se desprenden de esta tercera edición, destaca que un 32,8% de las personas presentaron síntomas asociados a problemas de salud mental, 6 puntos más que la medición de noviembre de 2020. Además, en la escala específica sobre temas relacionados a la depresión, un 46,7% de las personas presentó sospecha de esta patología en algún grado y no estamos considerando datos de enfermedades crónicas o de indicadores de salud física, lo que nos lleva a plantear la gran necesidad de preocuparse por el estado de salud de todos quienes puedan componer la organización.” Otro dato interesante de analizar es que en Chile los trastornos mentales y del comportamiento se posicionan desde el año 2008 en el primer puesto de licencias otorgadas. Tienen el primer y segundo lugar en gasto por licencias médicas (ver informes Superintendencia de Salud 2013; y Superintendencia de Seguridad Social 2019 y 2020). Producto de la pandemia-COVID se ha observado que en 2020 hubo un aumento de licencias médicas por trastornos mentales del 28,7%, mientras que el gasto en subsidio por incapacidad laboral por trastornos mentales subió un 24.9%. Los costos sociales vinculados a las enfermedades de salud mental también son altos. Sufrir de un trastorno mental implica pérdida de productividad y el pago de un tratamiento a largo plazo”. Toda esta información sin duda es de alerta frente a la política pública, sin embargo es necesario también considerarla en este análisis de desafío empresarial. Partiremos entonces, definiendo algunos conceptos. Si hablamos de una empresa saludable, debemos primero que nada acordar que entenderemos por salud “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades o afecciones” según la OMS, es por ello que la calidad de vida, bienestar y productividad de una empresa va a estar asociado al estado de salud de las personas que la componen. Una empresa que se preocupa por la salud de sus colaboradores, sabe que debe implementar una serie de medidas que son transversales a las áreas de trabajo de la organización. Esto significa que se debe considerar en el diseño de una políticas de salud empresarial, las características biopsicosociales y demográficas de quienes la componen. Una vez lista esta radiografía, se deben diseñar acciones preventivas y educativas desde la nutrición, hábitos saludables, salud mental, recreación, etc. Junto a este plan de acción, asesorados por profesionales expertos, se podrá definir indicadores que podrán ir determinando los cambios y mejoras en cada uno de estos ámbitos de acción. Una empresa podrá tener cambios reales y efectivos solo si trabaja coordinadamente entre las distintas áreas, con una voluntad positiva para crear las condiciones necesarias de desarrollo personal, profesional y social de las personas. En definitiva una empresa saludable, hoy en día no solo se preocupa por las exigencias como las normativas de la prevención de riesgos laborales y la implementación obligatoria del protocolo de vigilancia de factores de riesgos psicosociales, sino que además debe promover espacios de bienestar y calidad de vida laboral, efectivos basados en las necesidades y características de las personas que componen la organización. La pregunta aquí es si es posible que una empresa pueda ser saludable, a nuestro parecer la respuesta es sí, ya que está demostrado que los espacios que fomentan hábitos saludables, promueven acciones educativas y establecen líneas de acción constantes en el tiempo en pro de la salud de las personas, lograrán no solo cambios concretos en las conductas de las personas, sino que también efectos positivos en las relaciones humanas, clima organizacional, compromiso y sustentabilidad de la empresa. Por tanto, uno de los mayores desafíos para convertirse en una organización saludable, será la postura de las altas direcciones y de todos los estamentos con la ejecución de las líneas de acción diseñadas para alcanzar los objetivos. Se podrá lograr si existe una voluntad real y una disposición de todos aquellos involucrados, para ello, sin duda la sensibilización que se realice por parte del área de personas, en un proyecto de intervención, a través de charlas, talleres, seminarios y otros canales, donde de hable sobre los efectos y el impacto positivo de lograr que este sistema sea saludable (productividad, sostenibilidad, responsabilidad social entre otros) y que sea monitoreado en el tiempo, con los indicadores (tasa de accidentabilidad, de licencias médicas, índice de engagement, índice de clima laboral, productividad, etc.) que se hayan definido para ello, será la forma de lograrlo. Todo esto por supuesto, no es una receta replicable y dependerá del tipo de área de la industria, de la realidad de las personas, del país, cultura entre otras muchas variables.
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